Nombre: Néstor.
Apellidos: Barba Monteagudo.
Edad: 37.
Nacionalidad: española.
Descripción física: cabello moreno y rizado, ojos pardos, nariz respingona, boca grande con todos sus dientes, aún no le ha salido la muela del juicio. Ancho de hombros, algo de panza, piernas y manos de mujer, gusta de llevar complementos: pulseras, collares, anillos, pendientes. Ningún tatuaje. Está circuncidado y tiene el culo huidizo. Espalda y brazos sin vello, al contrario que piernas y torso, provistos en abundancia.
Familia: padre y madre, dos hermanas casadas y con hijos.
Estado civil: soltero.
Ocupación: profesor de universidad, escritor, traductor.
Países en los que ha vivido: España, Francia, Bélgica, Canadá, Perú, Japón.
Inclinación sexual: le gustan las mujeres, a las que odia.
Filias: cine (debilidad por el buen cine de género), literatura (predilección por la narrativa breve), música (pasión por las canciones). El lenguaje le fascina, en particular los juegos de palabras, los tacos y la frase “estoy en crisis”.
Fobias: las mujeres independientes, las mujeres dependientes, las monógamas, las mujeres con estudios, las obreras laboriosas, las mujeres cultas, las incultas, las actrices, las maestras, las madres, las preñadas, las religiosas, las ateas, las cuarentonas con hijos, las cuarentonas sin hijos, las camareras, las enfermeras.
Más fobias: los médicos.
Miedos: la primera vez con una mujer: miedo a que no se le levante, a eyacular antes de tiempo, a que todo vaya a las mil maravillas y la relación dure. Miedo a que le quieran, a que no le quieran, a que se lo digan, a que no se lo digan. Pánico a las responsabilidades: no quiere hijos y limita al máximo sus relaciones con la burocracia. Ir a Correos a recoger un paquete puede ser fuente de mucho estrés.
Problemas de salud: padece bruxismo, esto es, le rechinan los dientes al dormir. Es así desde que era pequeño, pero puede que lo incremente el estrés de su vida sentimental. Problemas de espalda y de rodilla ligados a la escritura y la traducción.
Sueños recurrentes: son tres:
1. Desde un ático apunta con una escopeta a la calle. Ve a un tipo que fue su amigo y que un día, en su juventud, lo apartó de su vida con algún pretexto espurio. Observa como ahora pasea con su flamante esposa y su hijo recién nacido. Dispara a la cabeza del hijo, y luego a la de la esposa. El ex amigo no le da ninguna lástima. Lo deja ir.
2. Si algún otro amigo tampoco ha resultado ser más que un supuesto amigo y, en lugar de reconocer su fechoría, también se ha escudado en hediondos subterfugios, lo secuestra, lo mete en el maletero del coche, conduce hasta un lugar desolado, saca al traidor, le pone una pistola en la frente y le dice: “Ahora quiero que reconozcas tu infamia. Quiero que me digas la verdad.” El traidor no reconoce nada, se limita a llorar y a pedir misericordia. Lo mata sin pestañear. Luego viene lo peor, la burocracia del crimen, digamos: deshacerse del cadáver, no dejar huella, esperar que la policía no descubra nada. Pánico, estrés, angustia. El sueño se acaba acá.
3. Se apresta a eyacular. Se agarra el miembro. Se pone en cuclillas. Está delante de su cama. Eyacula en línea recta, como si se tratase de un láser de esperma que cruza la cama por debajo.
Novias conocidas: Amalia, Elena, Charline, Itziar, María, Midori, Christelle, Valeria, Naoko, Zélie. Ha salido con dos Noras (una italiana, otra holandesa), dos Nadias (una española, otra marroquí), dos Marjolain (una belga, otra antillana) y dos Gabrielas (una francesa, otra chilena). No ha salido con ninguna española llamada Susana o Montse o Mamen.
Algo más que reseñar: metódico, lleva diecinueve años consignando en sendos documentos cada película que ve y cada libro que lee. Los puntúa y a veces los comenta. No sabe qué pensar cuando comprueba que hay películas que, según las épocas, han provocado en él reacciones muy diversas: ha calificado de impresionante, de aburrida y de trivial Delitos y faltas, de Woody Allen; El fuera de la ley, de Clint Eastwood, le ha parecido horrible e increíble, sutil y enfática. ¿Acaso lo contrario es menos turbador?: siempre llora cuando los pájaros atacan a los niños en la película de Hitchcock. En otro orden de cosas, le encanta decir “Hola, chochos” y no le gusta nada masturbarse. Detesta la provincia pero tampoco le encuentra interés alguno a la gran ciudad. No podría vivir en el campo. Tener un bonito reloj le resulta fundamental. Su mejor amigo, Lucas Rodríguez, ha convertido la masturbación en todo un arte, y la primera vez con una mujer sus miedos son: que no se le levante, tirarse horas y horas y no eyacular, que todo vaya a las mil maravillas y la relación dure. El tal Lucas ha salido con tres Susanas, cuatro Montses y dos Mamen (y con dos Penélopes –una neoyorquina, otra argentina–, dos Jacquelines –una marsellesa, otra irlandesa– y dos Zulemas –ambas sevillanas).
Observaciones: se sitúa en el extremo opuesto a Taxi Driver, que sostenía: “No creo que uno deba dedicar su vida a autoanalizarse morbosamente. Creo que uno debe convertirse en una persona como las demás.” Se parece a Taxi Driver: también tiende a imaginarse que la salvación pasa por una mujer, y entonces le inventa virtudes a la primera que encuentra.
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