Érase una vez dos amigos que eran tan amigos que eran muy amigos.
Eran realmente grandes amigos.
Hasta que siendo los dos muy viejos, se murieron.
Tenían cada uno más de cien años, de forma que entre los dos tenían más de doscientos.
Y la gente comentaba: hay que ver lo amigos que eran.
Yo escuché a uno comentar: es que eran tan amigos que si hubieran sido más amigos habrían sido tan amigos que habrían sido muy muy muy amigos, que es exactamente lo que eran aquellos dos amigos.
Recuerdo que aquel testimonio me conmocionó tanto que si me hubiera conmocionado más me habría conmocionado tanto que me habría muerto de la conmoción, y entonces a ver quién se pone aquí a contarles esto, eh, a ver.
* Publicado en el blog Químicamente impuro y en la revista virtual Agitadoras.com
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