No me quiero morir sin escribir un cuento que
contenga la palabra "amígdalas", en plural. Tal vez sea porque no
tengo, o tal vez porque mi hermana tiene y no le sirven para nada. Lo cierto es
que no me quiero morir sin escribir un cuento que contenga la palabra
"amígdalas", que es una linda palabra esdrújula que no sirve para
nada, porque las palabras no sirven para nada, salvo para decirlas o
escribirlas o recordarlas o imaginarlas o incluso oírlas o leerlas, que no es
poco pero tampoco es mucho, porque nada es mucho ni poco. De hecho, aquí en mi
lecho de muerte, qué importa si finalmente consigo escribir un cuento que
contenga la palabra "amígdalas". ¿Acaso me va a devolver esas
amígdalas que me quitaron de pequeño y que de todas formas no servían para nada?