Es el típico que no se puede estar quieto en casa, que siempre está cavilando la manera de salir a inventarse un par de negocios, a hacer un par de llamadas, y entre dos contratos sólo sabe hablar de sus lejanos orígenes que últimamente anda recomponiendo.
- Mis hijos deben saber de dónde vienen.
Es tremendo ver cómo se le llenan los ojos de lágrimas densas y la boca de palabras vacuas al evocar la bondad de sus ancestros, mientras piensa en cómo regatearte unos centavos y te afana un cortaúñas tirado en una mesa.
- Mi país es un país de mangantes, de tramposos, de ineptos, mientras que mis antepasados vivían en una tierra de gente sencilla, espontánea y leal. Y pensar que no he ido nunca. A veces la vida me da asco.
Y además uno sentía que su mujer (que velaba con cautela) y sus hijos (que lo adoraban) hacían todo lo posible para no enojarlo, para no sacarlo de sus delirios, porque las consecuencias de un regreso a la realidad podían ser terribles.
Imagen: I See All, de eddiebadapples en deviantART
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