jueves, 28 de marzo de 2013

25 TUITS - Rafael Blanco Vázquez





–Lo pone en las instrucciones, mira: “No hablar con ella mientras menstrúa”.



Como cuando algo te arrastra y te dejas arrastrar arrastrando contigo a los demás, que se dejan arrastrar arrastrando consigo a los demás.



Si lo acabas de escribir no me interesa. Veamos tus textos más antiguos.



–No hay que odiar a nadie, cada uno sobrevive como puede.
–Odiar a los demás es mi manera de sobrevivir.



Me como una banana, la cago, te la comes, la cagas, te la meto por el culo, la vomitas, me la como, la cago y zas, eyaculo como un marrano.



Lo perdonaba todo, salvo no tener nada que perdonar.



Mi mujer se pasa el día en bolas por la casa. Me estoy matando a pajas.



Te chuparían más la polla si en vez de esperma extrajeran sangre.



Día tras día me hice una vida diaria con la que aspirar a la cotidianidad.



Salir de viaje con tu mujer para desear volver a casa con tu mujer a soñar con salir de viaje con tu mujer.



Adolescente sensata tiene su primera regla y se vuelve mujer.



–Nunca te deseé, cariño.
–Calla y bájate las bragas.
–Cariño, estoy en mi lecho de muerte, paralizada.
–Está bien, te las meteré para dentro.



Si tiene sus ventajas y sus inconvenientes no merece la pena.



–Cariño, en estos 40 años sólo te deseé una vez.
–¿Cuándo?
–Aquel día que te encontré en la cama con mi hermana.



Se alegró de mi regreso el hijo de puta.



–Cariño, ahora que estoy en mi lecho de muerte, te confieso que llevo 30 años sin desearte.
–Pero te abrías de piernas, que es lo que cuenta.



Como cuando la primera noche de sexo ella se baja las bragas, tú se la metes y va todo de maravilla y al despertar la besas.



Como cuando va todo de maravilla y estás como loco deseando volverla a ver y al verla comprendes que ya no quieres verla más.



Mi madre y sus preguntas retóricas. Ahora quiere saber qué es una sinécdoque.



Jacinto introdujo el nardo en el rojo clavel de Violeta. Nueve meses después floreció Acacio, dotado con un tronco singular.



Un psicólogo sodomiza serenamente a un adolescente problemático mientras le susurra al oído teorías sobre la iniquidad del deseo de poder.



Cuando van a morir, los perros y los gatos buscan la soledad. Eso no lo hará nunca una mujer con la regla. Morirse, digo.



–He de irme a vivir otras vidas, a conocer otros mundos, a comerme otros chochos. Adiós, mamá –le dijo a su mujer.



Nos pasamos la vida intentando ser esclavos de los demás porque si sólo fuéramos esclavos de nosotros mismos no tendríamos a quién someter.



Es un alcohólico tremendo. Para que os hagáis una idea, bebe unas diez veces menos que Bukowski.




Imagen: Enter Into Depths of Sleep, de Jillianelf en deviantART


miércoles, 20 de marzo de 2013

TRES CUENTOS DE SERGIO PATIÑO MIGOYA



CUESTIÓN DE COLORES



Que el señor gato lleve un esmoquin blanco cuando sube a lo alto de la valla, no es casualidad. Las ovejas escuchan mejor a alguien que viste su color. En el fondo, ellas saben que, bajo la tela impoluta, el pelaje del señor gato es negro, pero se sienten mejor así.
Con los años, el señor gato ha refinado tanto el arte del disfraz que hasta las palabras que salen de su boca parecen blancas. Las ovejas las comen con gusto. Están felices de vivir en la granja porque fuera, dice el señor gato, merodean los lobos, negros como la noche.
Menos mal que el señor gato cuenta con el impagable servicio de los halcones. Si tuviera que hacer ciertas faenas, no podría lucir su esmoquin blanco. Al menos, mientras la sangre siga siendo roja.







MISMAMENTE


En media hora se despierta, se levanta de la cama, se va a la cocina, se toma un café y dos bollos, se va al baño, se quita el pijama, se ducha, se afeita, se estruja una espinilla, se peina, se echa desodorante, se pone el albornoz, se vuelve a la habitación, se quita el albornoz, se viste y se calza, se dirige a la puerta, se echa un último vistazo en el espejo del recibidor, se ajusta la corbata, se marcha.
En la calle, cuando se dé cuenta de que una vez más se ha olvidado las llaves dentro de casa, se maldecirá fuera de sí a sí mismo y se volverá a recriminar el actuar siempre de forma tan irreflexiva.






SÍ AUNQUE NO



Un día de equinoccio en el Gran Bosque, el señor Conejo se topó con el señor Lobo.
—Podría haberme encontrado —se lamentó el señor Conejo— con el señor Ratón o con el señor Ciervo. Mire que es grande este nuestro Gran Bosque y voy a coincidir con usted, señor Lobo. No he tenido nada de suerte.
—Sí, sí la ha tenido. Aunque mala —se mofó el señor Lobo.
Pero en ese momento se oyó un disparo y el señor Lobo cayó al suelo víctima de malherimiento.
—Yo sí que no he tenido suerte —se quejó.
—No, no la ha tenido. Aunque bueno...
El señor Conejo se encogió de hombros y luego de patas para marcharse muy a bote pronto, antes de que el señor Cazador recargara la escopeta y su suerte volviera a mudar de adjetivo. Porque así de antojadiza se muestra la señora Fortuna para con estas cosas que suelen suceder, sobre todo un día de equinoccio, en el Gran Bosque.



 
Blog de Sergio Patiño Migoya



Primera imagen: Weeping Masquerade Mask, de The-Nanette-O en deviantART

Segunda imagen: Hex, de matthewcumbo en deviantART

Tercera imagen: skull study, de IkkiDay en deviantART