El masajista chino no habla mi idioma y con sus manos grandes, cálidas y sabias le está metiendo una soberana paliza a mi maltrecha espalda. No me ha hecho preguntas ni me ha pedido que me relaje, ya se está encargando él de relajarme a golpes. Tumbado en la camilla, me invade la sensación de que, si de pronto le diera por depositar un beso en mis labios resecos, me dejaría hacer, por la necesidad que tengo de un poco de ternura en estado bruto, sin una palabra.
* Publicado en el blog Químicamente impuro y en la revista virtual Agitadoras.com
Imagen: I Give u Me, de FinalFantasyEva en deviantART
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