La dicha en el amor le había sido negada.
Siempre que escribía para el cine, le salían historias de amor dichosas.
Él mismo era el intérprete de sus historias. Representar la dicha del amor era su única posibilidad.
Pero había un problema, como siempre. Necesitaba actrices.
* Publicado en el blog La esfera cultural y en la revista virtual Agitadoras.com
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