–Me importa un bledo, un comino, un pimiento, esta situación no la aguanto
más, qué se han creído que es esto. Siempre pago yo el pato, siempre me están
poniendo a mí a caldo, siempre hay algún tontolhaba que se cree que corta el
bacalao y que viene en plan chuleta a comerme el coco a mí. Yo soy la que es
más buena que el pan, la pringá que nunca se enfada, y así, sin comerlo ni
beberlo, tengo que tragarme toda la mala leche del personal. Tiene tomate,
vamos. A mí me dejan hecha migas y ellos se quedan más frescos que una lechuga.
Y si no me gusta, ajo y agua. Pues se acabó lo que se daba. El día menos
pensado les voy a montar un pollo que se van a cagar por la pata abajo.
–En todas partes cuecen habas.
–A mí no me vaciles que no está el horno para bollos. Que te meto una
galleta que te enteras. Será merluzo el tío.
–Lo que quiero decir es que no deberías ponerte así. Anda y que les den
morcilla. Si te sigues tomando las cosas tan a pecho, vas a terminar entregando
la cuchara.
–Si ya sé que no valen un higo. Pero no lo puedo evitar. Y lo peor de todo
es la miseria que me pagan, que trabajo por un plato de lentejas. Estoy
perdida, pichoncito, más perdida que el barco del arroz. Tengo que tomar una
decisión. Lo que no puede ser es que me pase el día temblando como un flan por
culpa de la otra sieso, que es que es un vinagre. Yo quisiera que la vieras,
más tiesa que un ajo, más cursi que un repollo con lazo. Para echarle de comer
aparte, lo que yo te diga.
–Ésa debe de ser la típica que anda a la sopa boba, siempre arrimando el
ascua a su sardina.
–Y cualquiera, hasta el más papafrita, le da sopas con honda. Y eso por no
hablar del pollopera del novio y del chorizo del hermano. Si es que manda
huevos trabajar ahí, no se le ocurre ni al que asó la manteca.
–Bueno, ya está, palomita. No podemos permitir que nos estropeen nuestra
noche. ¿Tengo razón o no?
–Toda la del mundo.
–Y por cierto. Con la tontería me han entrado ganas de meterte todo el nabo.
Que estos días me tienes boquerón.
–Tú sí que sabes llevarme al huerto. Pero primero te vas a lavar los quesos
esos pestosos y luego me vas a comer la pipa.
–Ñam.
* Publicado en el blog Breves no tan breves
Imagen: dinnershow, de fabrini en deviantART
El chef lo tiene todo a punto de caramelo. Me reí como no te imaginas!!!
ResponderEliminarEnorme el cuento. Me lo quedo ;-)