Miró por la ventana del bar.
Afuera hacía sol.
Adentro había empezado a sonar Wish You Were Here de Pink Floyd.
Era uno de esos momentos en que una dulce melancolía te cosquillea el vientre. Miras hacia atrás sin ira y hacia delante sin miedo.
De pronto se tiró un pedo y esperó que no oliese.
Siempre se cagaba en la poesía justo después de la poesía.
* Publicado en los blogs Químicamente impuro y El escritor errante y en la revista virtual Agitadoras.com
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