Escalada pone el despertador a las siete. Se levanta apenas suena. Con mecánica eficiencia se asea y se viste mientras escucha las noticias. Desayuna un café con leche con dos tostadas untadas de queso crema light y mermelada BC de durazno y a las ocho menos cuarto sale en dirección a la oficina con su viejo maletín donde ahora guarda la netbook que le dio el jefe. Escalada es un buen empleado, trabajador y silencioso. Ninguno de sus compañeros ha tenido jamás un entredicho con él. A veces parece que no estuviera ahí. Y sin embargo ahí está Escalada, día tras día, con su paradoja a cuestas, igual que el arribista Cortés, el alevoso Hidalgo y el intachable Coronel.
Sobre Fernando Andrés Puga
* Publicado en el blog Químicamente impuro
Podría ser la crónica cotidiana de otros muchos "Escaladas", "Corteses" o "Hidalgos", que el mundo está lleno de hormigas que quieren ser elefantes.
ResponderEliminarBuen micro, Rafael.