Te molesta que tu madre sea con su nuevo marido como tu padre era con ella. Que ahora se permita todo lo que antes perdonaba. Pero probablemente él esté pagando, digamos, algún pecado anterior, digamos también. La vida es una cadena y yo no le hago el bien a quien me hace el bien, o sí, porque soy el mal que está necesitando. Como en esa película donde el criminal paga, en efecto, pero por un crimen que no ha cometido, mientras el autor de éste queda impune, cómo saber si momentáneamente. Sufrimos porque nos sentimos culpables de vivir y alimentamos dicho sufrimiento haciendo el mal. Tu madre y tu padrastro sufren, ambos, y tu padre vete a saber, esté donde esté. ¿Acaso no sufrimos nosotros dos, mientras celebramos nuestro amor incipiente con una copa de vino?
* Publicado en el blog Químicamente impuro
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