domingo, 6 de noviembre de 2011

TRES CUENTOS DE CRISTIAN MITELMAN



UÑAS*

Una noche mis uñas crecieron de una forma desmesurada. Me avergoncé frente a esa señal de primitivismo y decidí cortarlas. Sin embargo, a medida que iban cayendo en el lavabo, comenzó a ganarme una tristeza mineral. Había algo injusto en ese ritual de aseo; una especie de profanación, tal como si se arrancaran las ramas de un árbol centenario.
Al siguiente amanecer volvieron a presentarse tan largas como la jornada anterior. Pero esta vez decidí que ellas prosiguieran su curso. La situación no era en sí tan problemática: no trabajo; las rentas que me llegan de antiguos negocios familiares colman mis expectativas. Enviudé hace años. Soy solo.
Gradualmente fueron incrementando su longitud; llegaron a ramificarse de un modo impensado. Lo que para muchos era algo repugnante, a mí me daba una desacostumbrada sensación de placer.
No eran las mías uñas profanadas por la suciedad del mundo. Crecían poderosas, blancas, como el nácar de antiguas formas geológicas.    
Hay días en que creo advertir en su desarrollo las formas cambiantes de un friso hindú.
Poco a poco me he ido cubriendo de mí mismo. Tengo un solo temor. El índice izquierdo, insubordinado, ha generado una formación demasiado filosa que, tras un largo rodeo por toda la casa, ahora apunta a mi cuello.
Tal como está la situación, es imposible que busque unas tijeras. Pero aunque las tuviera a mano, tampoco me animaría a cercenar una obra que orilla entre lo barroco y lo atroz.
Ya no espero piedad, sino que esa uña obre con rapidez.





PROYECTO ERRÓNEO

Conozco a un hombre que se suicidó para causarle remordimientos a una mujer de modo que ésta, tarde o temprano, lo siguiera por los caminos de la eternidad.
Entiendo que el método no funcionó. Un par de meses después la mujer se casó con un próspero comerciante y tuvo dos hijos. Con el tiempo se divorció y volvió a casarse. Ahora dirige un colegio privado de la zona sur.
Un día, al pasar, le hablé del muerto. Lo recordaba —es cierto— tal como se recuerda un expediente, una boleta impaga o las gotas que de noche hay que poner en el oído del perro.





FANTASÍA OSCURA 2

Cena de camaradería de la promoción 92 organizada por el señor Anselmo Leto. A la hora y media, los huéspedes empiezan a sentir molestias en las piernas. No mucho después, agonizan.
Comprenden que Leto es un demente. Alguien alcanza a preguntarle por qué lo hizo.
–Por miedo –explica–. Siempre pensé que uno de nosotros iba a ser el primero en morir: la idea me resultaba atroz. Asesinar a uno hubiera sido lo más lógico, pero dado que todos me parecían igualmente odiosos, ¿por qué castigar más a éste o aquél? Por lo menos ahora sé que mi destino no era morir primero.


* Lee Uñas traducido al francés por Rafael Blanco Vázquez


Sobre el autor: Cristian Mitelman


Primera imagen: the hand muahahaha, de shinigamiakari en deviantART

Segunda imagen: melancholy, de Ryohei-Hase en deviantART

Tercera imagen: Eyes of fire, de halloweenkid en deviantART

1 comentario: