FÉCULA
Abriendo los tentáculos de su lengua vernácula sedujo aquel oráculo a la chica sin mácula. Tuvo lugar el vínculo según todos sus cálculos. Le comió toa la rúcula, le metió todo el báculo y al grito de “¡Qué rículo!” se vació los testículos.
OPÚSCULO
–¿Un óbolo?
–¿Le va un ósculo?
–Preferiría un vehículo.
–Hay que apretarse el cíngulo.
–Es usté peor que un forúnculo.
–Hábleme bien, homúnculo.
–Váyase usté a tomar pórculo.
SIN TÍTULO
–Críspulo, oh trémulo discípulo –dijo Aristóbulo–, oh cúmulo de células y de glóbulos, oh estímulo de los párvulos, oh Críspulo, coge tus pústulas y tus bártulos, mueve tus rótulas y tu fístula, y que mi brújula te lleve hasta esa nínfula cuyas ínfulas son mi férula, con este rótulo: “Tu óvulo, alada libélula, es el único digno para mi cánula”.
RÓMULO Y ÚRSULA
–¿A que te clavo las cutículas en los pómulos?
–¿A que te arranco con la mandíbula los adminículos?
–Nos domina la febrícula. ¿No estaremos viendo demasiadas películas?
–No seas ridículo.
–El otro día leí un artículo sobre el mundo del espectáculo. Un artículo tan tremebúndulo que me temblaron hasta los nódulos de la vesícula. Parece ser que la farándula da pábulo a grupúsculos que son malignos corpúsculos en la médula social, la cual, desprovista de ménsulas, terminará siendo víctima de su propio patíbulo.
–No sé si morderte la clavícula o rasparte la úvula con una espátula.
–Pero Úrsula, míralo desde otro ángulo.
Imagen: Melody for the Primordial, de jasinski en deviantART
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