sábado, 20 de agosto de 2011

VITAL* - Rafael Blanco Vázquez


En la casa familiar se respiraba un aire irrespirable.
Se fue al extranjero en busca de su patria.
Cuando el amor eterno tocó a su fin, aprendió a vivir con la muerte.
Con su escritura logró nombrar lo innombrable, en sus viajes nunca pudo librarse de sí mismo.
Tuvo amigos lejanos y enemigos íntimos, conoció a mujeres buenas, lloró entre risas y gritó en silencio.
Un día se murió.


* Publicado en el blog El escritor errante

Imagen: The Screech, de Nissie en deviantART

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