domingo, 8 de enero de 2012

LA RISA - Rafael Blanco Vázquez



El traductor amaba a Cioran.
En su juventud, Cioran había amado a Bergson, pero más tarde lo rechazó porque decía que el francés no había entendido la tragedia de la vida, limitándose a una jerga filosófica que, en la tragedia, resultaba vacía.
Por eso el traductor nunca habría leído a Bergson.
Y es que el traductor, a pesar de ser traductor, tenía un sentimiento trágico de la vida.
Pero cuando al traductor le propusieron que tradujera a Bergson le pareció un guiño de la vida, de la que el traductor tenía un sentimiento juguetón.
Se puso a leer y a traducir a Bergson, y le estaba encontrando cierto interés.
El traductor pensó: "Me encanta la música de Santiago Auserón. Santiago Auserón admira a Deleuze, a cuyas clases asistió. ¿Me leo o no me leo a Deleuze, tan serio, tan filosófico, tan bergsoniano?".
El traductor se respondió: "Me da pereza. Prefiero que la vida se esfuerce".
Al día siguiente la novia del traductor le preguntó:
- ¿Tú sabes qué significa defenestrarse?
- Tirarse por la ventana, ¿por qué?
- Hoy me han prestado un libro de un filósofo que al parecer se defenestró.
- Fumemos un cigarrillo.



Imagen: After Hours, de neilcollinsartist en deviantART

2 comentarios:

  1. Me ha hipnotizado esta espiral de gustos e influencias, este llegar al tronco desde las ramas. Si se continúa, pueden surgir muchos más y el traductor no podrá llegar a todos. Su frase final es de antología. Sí, Rafael, fumemos un cigarrillo.

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  2. Hi hi ! Puedo imaginarme la escena. Muy bien, Rafa !

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