miércoles, 20 de marzo de 2013

TRES CUENTOS DE SERGIO PATIÑO MIGOYA



CUESTIÓN DE COLORES



Que el señor gato lleve un esmoquin blanco cuando sube a lo alto de la valla, no es casualidad. Las ovejas escuchan mejor a alguien que viste su color. En el fondo, ellas saben que, bajo la tela impoluta, el pelaje del señor gato es negro, pero se sienten mejor así.
Con los años, el señor gato ha refinado tanto el arte del disfraz que hasta las palabras que salen de su boca parecen blancas. Las ovejas las comen con gusto. Están felices de vivir en la granja porque fuera, dice el señor gato, merodean los lobos, negros como la noche.
Menos mal que el señor gato cuenta con el impagable servicio de los halcones. Si tuviera que hacer ciertas faenas, no podría lucir su esmoquin blanco. Al menos, mientras la sangre siga siendo roja.







MISMAMENTE


En media hora se despierta, se levanta de la cama, se va a la cocina, se toma un café y dos bollos, se va al baño, se quita el pijama, se ducha, se afeita, se estruja una espinilla, se peina, se echa desodorante, se pone el albornoz, se vuelve a la habitación, se quita el albornoz, se viste y se calza, se dirige a la puerta, se echa un último vistazo en el espejo del recibidor, se ajusta la corbata, se marcha.
En la calle, cuando se dé cuenta de que una vez más se ha olvidado las llaves dentro de casa, se maldecirá fuera de sí a sí mismo y se volverá a recriminar el actuar siempre de forma tan irreflexiva.






SÍ AUNQUE NO



Un día de equinoccio en el Gran Bosque, el señor Conejo se topó con el señor Lobo.
—Podría haberme encontrado —se lamentó el señor Conejo— con el señor Ratón o con el señor Ciervo. Mire que es grande este nuestro Gran Bosque y voy a coincidir con usted, señor Lobo. No he tenido nada de suerte.
—Sí, sí la ha tenido. Aunque mala —se mofó el señor Lobo.
Pero en ese momento se oyó un disparo y el señor Lobo cayó al suelo víctima de malherimiento.
—Yo sí que no he tenido suerte —se quejó.
—No, no la ha tenido. Aunque bueno...
El señor Conejo se encogió de hombros y luego de patas para marcharse muy a bote pronto, antes de que el señor Cazador recargara la escopeta y su suerte volviera a mudar de adjetivo. Porque así de antojadiza se muestra la señora Fortuna para con estas cosas que suelen suceder, sobre todo un día de equinoccio, en el Gran Bosque.



 
Blog de Sergio Patiño Migoya



Primera imagen: Weeping Masquerade Mask, de The-Nanette-O en deviantART

Segunda imagen: Hex, de matthewcumbo en deviantART

Tercera imagen: skull study, de IkkiDay en deviantART



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